Para poder comercializarse, el aceite de semillas debe someterse a un proceso de refinación porque el ácido graso libre contenido en el aceite crudo plantea problemas tanto durante el almacenamiento como durante el uso posterior del aceite.
Por lo tanto, debe neutralizarse con un álcali que luego se eliminará.
La desacidificación se produce añadiendo una solución alcalina al aceite crudo en una cantidad suficiente para neutralizar los ácidos grasos libres: al someter la solución a cavitación, con el EMPOWERING DEVICE las grasas libres se saponifican y se eliminan una vez decantadas.
Mediante este proceso se consigue reducir el contenido de ácidos grasos libres hasta el 0,01%-0,03% y el de fosfolípidos hasta aproximadamente el 0,0015%.
Además, la cavitación permite la formación de espuma superficial que absorbe las impurezas y pigmentos que quedan por la hidratación y desgomado en el aceite, contribuyendo así al proceso de refinación del mismo.
Una vez realizada la saponificación, el aceite se calienta a 90°C y se añade agua caliente para el lavado y agitación final.
El agua se eliminará mediante deshidratación.
Según la calidad del aceite pueden ser necesarios varios ciclos de lavado con agua caliente.
Según las necesidades, el aceite puede o no someterse a un ciclo de blanqueo que se realiza añadiendo un agente blanqueador específico (arcilla blanca, carbón activado) en cantidades variables pero entre el 2 y el 4% del volumen del aceite.
El agente blanqueador se eliminará mediante filtración.
El aceite blanqueado se somete a una desodorización: este proceso se lleva a cabo mediante destilación al vapor que consiste en la eliminación de las sustancias olorosas mediante vapor de agua caliente.
Al final, cuando la temperatura del aceite desciende a unos 60-80 °C, el proceso de producción del aceite refinado se considera completado.